4 de febrero del 2011
María Teresa Kasuga tuvo que hacerse cargo de muy joven de la fábrica de juguetes de su padre, cuando éste falleció. De chiquita solía ir a la fábrica y ver todo lo que hacía su padre, pero eso no era lo mismo que manejar todo ella misma.
Así y todo, la empresa siguió funcionando bien bajo la dirección de María, hasta que llegó una decisión macroeconómica en México, que complicó las cosas. Era la apertura del país azteca, bajando sus derechos de importación. La consecuencia inmediata de esto fue la invasión de juguetes provenientes en su mayoría de China. “No podíamos competir con los chinos. Ellos tienen costos mucho más bajos que cualquiera, tanto por salarios como por cantidades, era imposible”, admite María, aunque lejos de quedarse viendo como su negocio se hundía, intentó buscar variantes para salvarlo.
“Competir con China es imposible, pero asociarse a ellos no”, pensó la empresaria. Fue así como se le ocurrió la variante que podía salvarla: se asoció a una empresa china de productos inflables (globos, colchonetas, etc.) para ser su representante en México. Y con esa licencia, le agregó un plus: se dedicó a vender esos productos con logos de empresas o partidos políticos, como herramientas publicitarias y de promoción.
Con este nuevo enfoque de negocios, la empresa de María logró mantener sus ventas pese a la invasión de los juguetes chinos que hizo quebrar a muchos de sus viejos competidores. “Cuando se tiene un problema hay que enfrentarlo y resolverlo, no darle la vuelta”, cuenta a modo de conclusión. Y vaya si lo hizo.
Fuente: Ejecutivas en Línea
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