Rodrigo Arnaud hizo de Techamos Una Mano un proyecto rentable que forma jóvenes con conciencia ambiental y social
Luego de terminar la preparatoria en la ciudad de Oaxaca en 2001, Rodrigo Arnaud se mudó a la capital del país donde se graduó como economista en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). “A partir del séptimo semestre de la carrera comencé a trabajar en un par de firmas consultoras especializadas en telecomunicaciones y macroinfraestructura”, dice.
Posteriormente, inició una empresa comercializadora de productos alimenticios, llegando a participar en la feria más importante del ramo a nivel mundial, llevada a cabo en Barcelona, España. Aunque en lo económico le iba muy bien, Rodrigo confiesa que no era lo que le gustaba hacer en realidad.
Debido a diferentes problemas con los productores tuvo que cerrar su negocio en 2008. “Desempleado y quebrado, volví a Oaxaca para dar clases de economía y finanzas en la prepa donde estudié”, cuenta. Aunque también reconoce que fue una buena oportunidad para finalmente lograr su realización personal y profesional. “Entonces, quise hacer algo que ayudara a mejorar la situación de mi estado, uno de los más pobres del país”.
Así, de la convivencia con estudiantes y en la búsqueda conjunta de una solución efectiva para la reutilización de residuos sólidos –como botellas de pet y envases tetra pak– surgió Techamos Una Mano. “Se trata de un proyecto integrado por dos procesos: educación ambiental y construcción de viviendas para personas de escasos recursos. El principal insumo en ambos son los chavos, pues el objetivo es formar una nueva generación de ciudadanos solidarios, participativos y comprometidos con su comunidad”, explica su creador.
De un sueño a la primera casa
Como todo emprendimiento, Techamos Una Mano inició a partir de dar una solución a un problema o necesidad. En este caso, Rodrigo observó que en la escuela donde entró a trabajar los alumnos separaban los residuos, pero cuando llegaba el camión de la basura se revolvía todo. En consecuencia, los estudiantes se acercaron a él para expresarle su inconformidad y comunicarle que ya no continuarían con esta labor porque –según ellos– no servía de nada el esfuerzo.
La respuesta de Arnaud fue contundente: “en lugar de quejarse y dejar de lado la buena actitud, hay que asegurarnos de que los residuos se canalicen hacia un destino correcto”. De esta manera, el primer paso consistió en hacer un proceso de recuperación integral, que incluyera limpieza, separación y clasificación de los desechos. Lo siguiente fue canalizar y vender todo a empresas que forman parte de la industria del reciclaje.
Con estas acciones, la meta primordial se cumplió: los jóvenes que en un principio estaban desanimados, por fin consiguieron su propósito. Pero aún no se sentían completamente satisfechos. Por lo que decidieron ir más allá y buscaron alternativas para que ellos mismos hicieran algo con los residuos.
Así, inspirado en un proyecto chileno que reutiliza cajas de tetra pak (impermeables) como techos en lugar de láminas, Rodrigo apostó por diseñar un modelo de vivienda digna aprovechando los desechos recuperados. El objetivo: dar una solución definitiva a esta problemática que enfrentan miles de personas que habitan en comunidades marginadas del estado de Oaxaca.
“Existe una diferencia principal entre reciclar y reutilizar: para reciclar se necesita de un proceso industrial de transformación; en tanto que reutilizar es darle un uso distinto para el que fue creado originalmente un producto”, explica Arnaud. “En nuestro caso, las cajas de leche o de jugo (de tetra pak) y los botes de refresco (pet) los reutilizamos como materiales para construir muros de casas”.
Antes de arrancar de lleno con el proyecto, Rodrigo –siempre asesorado por los arquitectos Rafael Álvarez y Manuel Bello– hizo varios prototipos y un par de maquetas para crear un modelo de vivienda sustentable y eficiente. Este concepto consiste en una casa de 27m², con dos recámaras de 9m²cada una y una terraza exterior “para que la gente instale ahí su fogón y pueda cocinar”.
Los materiales que se utilizan son: estructura de madera (certificada), poliducto (para la instalación eléctrica), un material de poliestireno de alta densidad y térmico (para el techo), teja (que se coloca encima de este último para cubrirlo e impermeabilizarlo), canalón para captar el agua de lluvia, una puerta, dos ventanas, cemento, malla y pintura. Además, se ocupan engrapadoras para fijar las cajas de tetra pak a la madera. Todo esto tiene un costo total de $48,000, que incluye material (acabados) y mano de obra.
Durante las pruebas se revisó, entre otros puntos, que el concreto se adhiriera de manera correcta al tetra pak para elaborar los muros. “Pero a la hora de construir la primera casa en junio de 2009 en el municipio de Tlalixtac, en Oaxaca, la realidad fue completamente diferente a la maqueta que hicimos”, confiesa el emprendedor. No obstante, esta experiencia sirvió para realizar ajustes en los procesos.
La modificación más importante fue colocar botes de pet (limpios, tapados y aplastados) entre las cajas engrapadas a la estructura de madera. De este modo, se llenó el vacío para evitar que el tetra pak se sumiera al repellarse el muro con concreto.
Y conforme se hicieron las siguientes casas –hasta ahora se han edificado 15–, se redujo el tiempo de construcción de 25 a cinco días y se optimizaron los costos y la cantidad de material requerido. “La primera vez tardamos tres días para hacer el muro prefabricado ecológico, hoy sólo es cuestión de tres horas. Esto también se ha conseguido gracias a que tanto voluntarios como albañiles están trabajando todo el tiempo”, dice Rodrigo satisfecho.
Para Arnaud, la participación de los voluntarios –a la fecha más de 200, quienes en su mayoría son jóvenes estudiantes de nivel medio superior y superior– es el tema central del proyecto. “Se cree que Techamos Una Mano sólo significa construir casas y ya. Pero en realidad implica dos procesos: laeducación ambiental, en donde se busca que los chavos separen los residuos en sus hogares y los depositen voluntariamente en los centros de acopio, para que una parte se canalice a la industria del reciclaje y otra como material de construcción”.
El segundo proceso tiene que ver con la parte social del proyecto, a través de la participación activa de los estudiantes para erigir las viviendas.
“Los involucramos para que vivan de primera mano una experiencia de reutilización de residuos. Aquí el objetivo es a largo plazo, porque el día de mañana estos jóvenes –que conocieron la realidad de una comunidad con carencias– verán el verdadero impacto en su vida y en las decisiones que tomarán como empresarios, funcionarios de gobierno o miembros de una ONG”, señala Rodrigo.
Crédito: Germán y Marissa Sánchez
SitioWeb: http://www.tum.org.mx/
Giro: Organización
Ubicación: Oaxaca
Contacto: tum@tum.org.mx
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