Hace 28 años comenzó un largo trayecto por el complicado sendero de la ciencia médica
Desde entonces ha tropezado en ocasiones con retos y grandes dificultades pero ha mantenido el paso y, lo más importante, el rumbo.
Apenas recibió en 1979 su título de doctor por la Universidad de Guadalajara y de haber completado una especialidad en medicina interna en el Instituto Salvador Zubirán, en 1982 Francisco Díaz Mitoma cumplió con un anhelado sueño: estudiar en Canadá una especialidad en Infectología en la Universidad de Manitoba. Y como si eso no hubiera sido lo suficientemente complejo, al mismo tiempo cursó otra especialidad en microbiología y un doctorado en virología en la Universidad de Alberta.
Apenas recibió en 1979 su título de doctor por la Universidad de Guadalajara y de haber completado una especialidad en medicina interna en el Instituto Salvador Zubirán, en 1982 Francisco Díaz Mitoma cumplió con un anhelado sueño: estudiar en Canadá una especialidad en Infectología en la Universidad de Manitoba. Y como si eso no hubiera sido lo suficientemente complejo, al mismo tiempo cursó otra especialidad en microbiología y un doctorado en virología en la Universidad de Alberta.
Muchos libros y horas adelante, cuando le ofrecieron un empleo en el Instituto Nacional de Nutrición de nuestro país, por primera vez hizo un alto en el camino para reflexionar sobre su siguiente paso.
El camino, entonces, se bifurcaba.
Por un lado, podría regresar a México con el empleo que le ofrecía el célebre doctor Salvador Zubirán, pero por el otro, lo llamaba la necesidad creciente de atención de una incipiente comunidad mexicana, en la capital de Canadá.
Su esposa, la doctora Alejandra Ruiz, recuerda que al término de la misa dominical a la que asistían con sus cuatro hijos, en la parroquia católica de Glenora, cada vez más mexicanos le solicitaban consulta en el sótano de la misma.
Pronto, el espacio fue insuficiente e inapropiado y Díaz Mitoma fundó la clínica comunitaria -Herridge Community Health Clinic- al lado de la iglesia. Su trabajo se extendió en beneficio de los mexicanos en Ottawa. Durante ocho años fue presidente de la parroquia, con una feligresía de 300 familias. Desde ahí, entre otras labores, reunió fondos para asistir a víctimas dehuracanes de varios estados de la República Mexicana.
Pero a su paso, Díaz Mitoma no sólo halló obstáculos, sino también alicientes que lo empujaron adelante: en el 2004 fue galardonado por el Gobierno de México con el Premio Ohtli –significa camino en Náhuatl- por su trayectoria de apoyo a la comunidad mexicana en Canadá y por fomentar el “hermanamiento” -a través del intercambio de tecnología, donación de equipo y entrenamiento de personal- entre los hospitales del Niño Oaxaqueño, Civil de Guadalajara y el Hospital del Niño de Ottawa, Canadá.
Siguió así la ruta en favor de la comunidad de mexicanos en Canadá y en el año 2007 formó parte del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior, de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Además, en apego a su juramento como médico, Díaz Mitoma procuró la atención a la población menos favorecida en México y por ello fue cofundador de un nosocomio infantil en Oaxaca y sigue colaborando en el Hospital de la Mujer y el Niño, en el estado de Guerrero.
Para fortuna de sus paisanos, el doctor Francisco Díaz Mitoma nunca se ha separado de su tierra natal, la cual visita constantemente. Más aún, gracias a que viajó a México en la primera quincena de mayo de 2009, miles de mexicanos se salvaron del virus de la Influenza A (H1N1).
Y es que además de haber compartido con autoridades del Sector Salud de México sus conocimientos en el control de infecciones y en el desarrollo de vacunas para virus mutantes como la Influenza, transmitió también su valiosa experiencia en Canadá, cuando en el 2003 ayudó a enfrentar el Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS) que golpeó a los habitantes de Ontario y desplomó el ingreso económico de esa provincia canadiense, por concepto de turismo.
De tal suerte, en Mayo de 2009, mientras en México se ponía en marcha una férrea estrategia de contingencia -reconocida mundialmente a la postre- fueron enviadas a Canadá en aviones del Ejército Mexicano las muestras del virus A (H1N1) que permitieron aislarlo por primera vez y establecer su secuencia genética en el Laboratorio de Microbiología de Winnipeg, lo cual fue considerado por él como un elemento de enorme importancia para poder entender su desarrollo y evitar el avance del contagio en nuestro país.
En ese momento fue muy útil para el Sector Salud Mexicano contar con la opinión de un galeno que sin apartarse de la bata blanca y estetoscopio en beneficio de sus pacientes en Canadá, aún se da tiempo para trabajar en México con Birmex (la agencia de la Secretaría de Salud encargada de producir y distribuir vacunas); que colabora con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y que además está involucrado en proyectos tanto del Centro para el Control de Enfermedades de Atlanta (CDC por sus siglas en inglés), como del Laboratorio Central para el Control de Enfermedades de la capital de Canadá (LCDC).
Sus investigaciones se han publicado en más de 110 artículos científicos en revistas especializadas y han sido citadas en múltiples libros, pero hoy más que nunca, su reto sigue vigente: contribuir en el combate a los virus –que no son seres vivos, aunque se desarrollan en el interior de una célula viva- por lo cual trabaja también en su propia compañía de biotecnología Variation Biotechnologies Inc., fundada en 2001, con oficinas en Boston, Massachusetts, y en la capital de Canadá.
En ésta ya se registraron prometedores avances en la vacuna contra el SIDA y se producen otras contra hepatitis, herpes, el virus H5N1, y más recientemente para la Influenza A (H1N1). Esta última, en el corto plazo, podría distribuirse en México, ya que en nuestro país todavía no se produce.
En 2006, a escasos cinco años de su fundación, Variation Biotechnologies Inc., era tan prometedora y estaba tan bien dirigida y administrada que inversionistas estadounidenses decidieron aportarle 35.7 millones de dólares de capital y sólo un año más tarde fue reconocida como “la compañía del año” por la división Life Sciences del Centro de Investigación e Innovación de Ottawa.
Se dice fácil:
¡Una aportación de casi 36 millones de dólares!
¡Y ser reconocida como la Compañía del Año por el Centro de Investigación y Desarrollo de Ottawa!
¿Cuántas empresas formadas por un individuo sin más capital que su esfuerzo, su integridad y su talento pueden presumir logros como estos?
¡Qué orgullo que haya sido precisamente un compatriota, un mexicano, el que ha ido logrando todo esto!
Un claro ejemplo de lo que podemos lograr cuando nos aplicamos en serio a prepararnos y a hacer realidad nuestros sueños.
Hoy, con base en el brote epidémico de Influenza A (H1N1) médicos e investigadores como Díaz Mitoma avanzan en un proyecto para producir de manera oportuna una vacuna que haga frente a un poderoso ejército invisible de microorganismos que se crece a su paso por todo el mundo y que en México ha logrado infectar más de 40 mil personas y cobrado ya la vida de cientos.
En esta batalla de la ciencia puede ser fácil perderse en un laberinto de complicaciones de todo tipo, pero como dice su esposa Alejandra: “él siempre encuentra el camino”.
El camino, entonces, se bifurcaba.
Por un lado, podría regresar a México con el empleo que le ofrecía el célebre doctor Salvador Zubirán, pero por el otro, lo llamaba la necesidad creciente de atención de una incipiente comunidad mexicana, en la capital de Canadá.
Su esposa, la doctora Alejandra Ruiz, recuerda que al término de la misa dominical a la que asistían con sus cuatro hijos, en la parroquia católica de Glenora, cada vez más mexicanos le solicitaban consulta en el sótano de la misma.
Pronto, el espacio fue insuficiente e inapropiado y Díaz Mitoma fundó la clínica comunitaria -Herridge Community Health Clinic- al lado de la iglesia. Su trabajo se extendió en beneficio de los mexicanos en Ottawa. Durante ocho años fue presidente de la parroquia, con una feligresía de 300 familias. Desde ahí, entre otras labores, reunió fondos para asistir a víctimas dehuracanes de varios estados de la República Mexicana.
Pero a su paso, Díaz Mitoma no sólo halló obstáculos, sino también alicientes que lo empujaron adelante: en el 2004 fue galardonado por el Gobierno de México con el Premio Ohtli –significa camino en Náhuatl- por su trayectoria de apoyo a la comunidad mexicana en Canadá y por fomentar el “hermanamiento” -a través del intercambio de tecnología, donación de equipo y entrenamiento de personal- entre los hospitales del Niño Oaxaqueño, Civil de Guadalajara y el Hospital del Niño de Ottawa, Canadá.
Siguió así la ruta en favor de la comunidad de mexicanos en Canadá y en el año 2007 formó parte del Consejo Consultivo del Instituto de los Mexicanos en el Exterior, de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Además, en apego a su juramento como médico, Díaz Mitoma procuró la atención a la población menos favorecida en México y por ello fue cofundador de un nosocomio infantil en Oaxaca y sigue colaborando en el Hospital de la Mujer y el Niño, en el estado de Guerrero.
Para fortuna de sus paisanos, el doctor Francisco Díaz Mitoma nunca se ha separado de su tierra natal, la cual visita constantemente. Más aún, gracias a que viajó a México en la primera quincena de mayo de 2009, miles de mexicanos se salvaron del virus de la Influenza A (H1N1).
Y es que además de haber compartido con autoridades del Sector Salud de México sus conocimientos en el control de infecciones y en el desarrollo de vacunas para virus mutantes como la Influenza, transmitió también su valiosa experiencia en Canadá, cuando en el 2003 ayudó a enfrentar el Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS) que golpeó a los habitantes de Ontario y desplomó el ingreso económico de esa provincia canadiense, por concepto de turismo.
De tal suerte, en Mayo de 2009, mientras en México se ponía en marcha una férrea estrategia de contingencia -reconocida mundialmente a la postre- fueron enviadas a Canadá en aviones del Ejército Mexicano las muestras del virus A (H1N1) que permitieron aislarlo por primera vez y establecer su secuencia genética en el Laboratorio de Microbiología de Winnipeg, lo cual fue considerado por él como un elemento de enorme importancia para poder entender su desarrollo y evitar el avance del contagio en nuestro país.
En ese momento fue muy útil para el Sector Salud Mexicano contar con la opinión de un galeno que sin apartarse de la bata blanca y estetoscopio en beneficio de sus pacientes en Canadá, aún se da tiempo para trabajar en México con Birmex (la agencia de la Secretaría de Salud encargada de producir y distribuir vacunas); que colabora con el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y que además está involucrado en proyectos tanto del Centro para el Control de Enfermedades de Atlanta (CDC por sus siglas en inglés), como del Laboratorio Central para el Control de Enfermedades de la capital de Canadá (LCDC).
Sus investigaciones se han publicado en más de 110 artículos científicos en revistas especializadas y han sido citadas en múltiples libros, pero hoy más que nunca, su reto sigue vigente: contribuir en el combate a los virus –que no son seres vivos, aunque se desarrollan en el interior de una célula viva- por lo cual trabaja también en su propia compañía de biotecnología Variation Biotechnologies Inc., fundada en 2001, con oficinas en Boston, Massachusetts, y en la capital de Canadá.
En ésta ya se registraron prometedores avances en la vacuna contra el SIDA y se producen otras contra hepatitis, herpes, el virus H5N1, y más recientemente para la Influenza A (H1N1). Esta última, en el corto plazo, podría distribuirse en México, ya que en nuestro país todavía no se produce.
En 2006, a escasos cinco años de su fundación, Variation Biotechnologies Inc., era tan prometedora y estaba tan bien dirigida y administrada que inversionistas estadounidenses decidieron aportarle 35.7 millones de dólares de capital y sólo un año más tarde fue reconocida como “la compañía del año” por la división Life Sciences del Centro de Investigación e Innovación de Ottawa.
Se dice fácil:
¡Una aportación de casi 36 millones de dólares!
¡Y ser reconocida como la Compañía del Año por el Centro de Investigación y Desarrollo de Ottawa!
¿Cuántas empresas formadas por un individuo sin más capital que su esfuerzo, su integridad y su talento pueden presumir logros como estos?
¡Qué orgullo que haya sido precisamente un compatriota, un mexicano, el que ha ido logrando todo esto!
Un claro ejemplo de lo que podemos lograr cuando nos aplicamos en serio a prepararnos y a hacer realidad nuestros sueños.
Hoy, con base en el brote epidémico de Influenza A (H1N1) médicos e investigadores como Díaz Mitoma avanzan en un proyecto para producir de manera oportuna una vacuna que haga frente a un poderoso ejército invisible de microorganismos que se crece a su paso por todo el mundo y que en México ha logrado infectar más de 40 mil personas y cobrado ya la vida de cientos.
En esta batalla de la ciencia puede ser fácil perderse en un laberinto de complicaciones de todo tipo, pero como dice su esposa Alejandra: “él siempre encuentra el camino”.
Crédito: Embajada de México en Canadá
SitioWeb: http://vbivaccines.com/
Empresa: Variation Biotechnologies Inc.
Fundación: 2001
Giro: Medicina, Salud
Ubicación: Boston, EU
Contacto: info@VBIvaccines.com.
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