3 de junio del 2011
Los de los Crazy Muffins, los mexicanos que casados se fueron a Canadá para ir a aprender, entre muchas otras cosas, y de las más importantes, que aprender a hacer sus crazy muffins.
Y comenzaron por deleitar a familiares y amigos hasta que se atrevieron a lanzar la producción para ver hasta dónde llegaba. Eran dos paquetes de tres muffins. Hoy son mil paquetes de a
tres.
Antes, sólo de zanahoria; y hoy de manzana, canela, chispas de chocolate, cubierta de chocolate sobre chocolate, de plátano y elote. Antes lo hacía una persona. Paola y la producción la cataban tanto Oscar como sus dos niños. Hoy lo producen seis personas pero siguen sus dos hijos catando la producción y constatando la calidad.
Crazy Muffins, porque el probarlos vuelve locos a sus consumidores. Crazy Muffins, porque es un nombre distinto. A finales del 2008 se arrancan como empresa. Se venden directamente o por terceros. Usan frutas naturales y sin saborizantes o colorantes, conservadores o cosas afines a lo químico. Lo más natural de lo más natural conforma el sabor de los locos.
Para lograr ser considerados un éxito decidieron incubarse en Multidisciplina Aplicada, a donde ingresaron con otro proyecto empresarial que ha merecido un paréntesis. Porque hoy la experiencia señala que los consumidores están más dispuestos a comprar un buen postre que un mal alimento y que pueden elaborar un panecillo que se convierta en una real opción en el mercado.
Hoy trabajan cuatro sabores más: vainilla, salvado con pasas y miel y azúcar glass. Les comienza a ir muy bien al extremo que van a acondicionar una cocina formal, porque en la de su hogar desde hace ya casi un año no se hace otra cosa que no sean los muffins.
Los de los Crazy Muffins, los mexicanos que casados se fueron a Canadá para ir a aprender, entre muchas otras cosas, y de las más importantes, que aprender a hacer sus crazy muffins.
Y comenzaron por deleitar a familiares y amigos hasta que se atrevieron a lanzar la producción para ver hasta dónde llegaba. Eran dos paquetes de tres muffins. Hoy son mil paquetes de a
tres.
Antes, sólo de zanahoria; y hoy de manzana, canela, chispas de chocolate, cubierta de chocolate sobre chocolate, de plátano y elote. Antes lo hacía una persona. Paola y la producción la cataban tanto Oscar como sus dos niños. Hoy lo producen seis personas pero siguen sus dos hijos catando la producción y constatando la calidad.
Crazy Muffins, porque el probarlos vuelve locos a sus consumidores. Crazy Muffins, porque es un nombre distinto. A finales del 2008 se arrancan como empresa. Se venden directamente o por terceros. Usan frutas naturales y sin saborizantes o colorantes, conservadores o cosas afines a lo químico. Lo más natural de lo más natural conforma el sabor de los locos.
Para lograr ser considerados un éxito decidieron incubarse en Multidisciplina Aplicada, a donde ingresaron con otro proyecto empresarial que ha merecido un paréntesis. Porque hoy la experiencia señala que los consumidores están más dispuestos a comprar un buen postre que un mal alimento y que pueden elaborar un panecillo que se convierta en una real opción en el mercado.
Hoy trabajan cuatro sabores más: vainilla, salvado con pasas y miel y azúcar glass. Les comienza a ir muy bien al extremo que van a acondicionar una cocina formal, porque en la de su hogar desde hace ya casi un año no se hace otra cosa que no sean los muffins.
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